LA INUTILIDAD DEL GÉNERO
- Inside The Closet
- 29 oct 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 1 ene 2019
Los que me conocen saben que una de mis grandes pasiones es la moda, las pasarelas, el glamour, las prendas, así que siguiendo esta misma línea, creo firmemente en que el estilo de vestir es y será la extensión de la personalidad de cualquier individuo.
Desde algún tiempo para acá mi estilo cambió radicalmente; en el colegio solía usar ropa algo ancha, al acomode que mis papás quisieran darme, mi tendencia era a lucir como todo un "machito", pero como lastimosamente mis feromonas se desarrollaron más que mi testosterona (cerebralmente hablando), la necesidad de feminizar en algún aspecto cada cosa que hago, digo, pienso y visto en mi diario vivir es parte de mi cotidianidad. Como quién dice por ahí: "vive en su burbuja rosa".
Pero así como transformo en color rosa todo lo que toco, siendo "hombre", hay una gama de colores infinitas en este momento si de la diversidad sexual vamos a hablar, cosa que antes no se veía desde así; se era o no se era, punto. Ahora cada vez se le van añadiendo más y más letras al acrónimo de la comunidad arco iris a tal punto que un día tendremos el abecedario entero e incluso nos harán falta letras para poder nombrar todas esas sub-orientaciones sexuales existentes, algo que en este punto ya me parece absurdo.
Pero me sigue causando intriga la letra B en dicha sopa de letras: la bisexualidad. El que no se va hacia un lado pero tampoco al otro, sino se queda parado en la mitad. ¿Esta generación realmente está rebasando el limite? La transformación sexual se volvió la ola futurista, lo es. Siendo así, ¿deberíamos adaptarnos o incluso sumarnos a esta? O por el contrario, y al igual que los vestidos de rayas, las leñadoras a cuadros y los pantalones de bota ancha, ¿esto es tan solo una tendencia más que va y viene con el pasar del tiempo? Si las mujeres pueden transformarse en hombres y viceversa, existe la posibilidad de acostarse con el género que se desee sin remordimiento alguno, y si se puede tomar lo mejor del sexo opuesto y hacerlo propio... ¿El género en el ser humano se convirtió en algo obsoleto?
Estamos en un contexto social en cuál dar una opinión se convierte en un calvario absoluto, porque algo que si se tiene plenamente identificado en la generación actual es la falta de madurez para aceptar una simple opinión; tenemos a las "feminazis" que quieren imponerse sobre los hombres, a los barristas futboleros que insultan y agreden a los que no apoyan a un determinado equipo, y podría poner un sinfín de ejemplos, pero no es el tema a tratar. Ya no sabemos hasta que punto las lineas de lo masculino y lo femenino se desdibujaron. Esto ciertamente y desde mi punto de vista es un enorme avance en la sociedad, porque me permite entender que no hay más límites para ser quien se nos antoje ser, sin etiquetas ni prejuicios ante los ojos de los demás. Desafortunadamente aún falta mucho por seguir cambiando.
Intente salir con el típico "bisexual", esa clase de tipos que uno sabe que en cualquier momento lo puede abandonar por una mujer, tal vez porque le da lo que un hombre no (ni yo mismo entiendo a que se refieren con eso), pero desde el inicio se podía sentir la tormenta viniendo, ya que uno en su condición de búsqueda muchas veces elije al primer postor sin darse la tarea de conocer mas a fondo al personaje, no a su cavidad anal, sino quien es realmente, y si es ese complemento que buscamos en nuestras vidas. Su nombre era Pedro, era de esos tipos de los que no se sabe que es lo que tiene, pero posee ese factor interesante que lo engancha a uno, porque si por lo menos no se es agraciado de cara se espera que la personalidad lo compense. Pero para mi esperada sorpresa, más temprano que tarde sucedió lo inevitable: el lado heterosexual del sujeto saltó a la superficie y fue ahí donde me encontré en un mundo paralelo, en el cual mi planeta rosa había desaparecido y lo que soy, en toda la extensión de las palabras, se veía criticado y juzgado desde todos sus puntos de vista. Eso no lo permito. Estoy grande para esos juegos, el podía ser y hacer lo que quisiera pero yo no me sentía cómodo estando en el universo azul y cuadriculado en el que vivía.
Se lo que me gusta y no soy de los que mete las papas fritas en dos salsas a la vez, así que después de 6 meses, en junio, fue la última vez que lo vi, regresé a mi casa dónde podía seguir en mi burbuja rosa. Así soy yo. Nadie nunca me pintará mi mente, me quitará mi estilo, ni mucho menos me limpiará la escarcha que me rodea, porque mucho luché para que fuera aceptado lo que he sido desde siempre: un arco iris andante.
Nunca debemos dejar que algo ni mucho menos alguien quiera cambiar nuestra esencia, nuestra forma de vestirnos o la forma en que pensamos. Si alguien desea jugar a encestar el balón en ambas canastas de la cancha, no somos quien para juzgarlos, porque por algo es que la letra B se incluyó en ese crucigrama, nada se hace sin ningún motivo y lastimosamente esta será una de las menos queridas en el acrónimo. Pero así mismo uno espera recibir el mismo trato, al al fin y al cabo todas las letras de las siglas conviven juntas en el mismo espacio y el acto de criticar a la que se supone que es la pareja por su forma de lucir, o de expresarse no es coherente, porque para eso se encuentra un amplio espectro de masculinidades, unos más serenos y calmados, otros más extravagantes y emplumados.
No veo esto como una moda, la bisexualidad no son esos Adidas Superstar que están más que quemados, es una forma de querer por igual, sin distinción de género o genital, y así como esperamos encontrar ese fulano que nos acompañará en nuestro camino, ellos también desean encontrar el suyo... ¿o por qué no? la suya.
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