PRÓLOGO
- Inside The Closet
- 19 sept 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 may 2019
Holi. Soy el típico colombiano promedio. Compro en D1 o en Carulla, trato de no usar bolsas plásticas, aún no pago impuestos porque el horario universitario no me permite trabajar y detesto viajar en Transmilenio. Vivo endeudado con mis amigos porque siempre son ellos los que me gastan el ''mecate'' en la universidad, y ahora rara vez me prestan. Comienzo los propósitos de año nuevo sabiendo que a los dos meses ni me acordaré cuales eran. Veo Sex and the City sagrádamente y aturdo a mi mamá con el jetabulario de Nicki Minaj a todo volumen. Los fines de semana salgo con mis amigos a adelantar cuaderno, eso si, cuando puedo (aunque cada vez menos porque la pereza me va ganando). Me enamoro del primer pendejo que me haga ojitos, también me han roto el corazón algunas veces, y este vuelve a sanar solo para que venga alguien otra vez y lo rompa de un patadón.
Soy tan igual como cada uno del promedio de los colombianos por no decir, de los terrícolas. Creo en la paz mundial, no pongo esa notificación de turno en mi muro de Facebook cada vez que hay una injusticia en algún lugar; me indigno cuando leo o escucho lo que el gobierno hace, por eso prefiero no ver noticias, y estoy mamado de que el transporte solo suba y suba, todo porque a la porquería de alcalde se le a la gana de incrementarlo. Veo los partidos de fútbol de la Selección Colombia solo cuando es el mundial de turno y por obligación de terceros. Estudio Comunicación Social y Periodismo porque es la única carrera en la que no soy torturado por las matemática, porque soy curioso y quiero hacer presencia en la moda siendo periodista, así de simple.
En Diciembre voy a las novenas que me invitan. Me reúno con toda la familia y cada vez, espero menos regalos que el año anterior. Trato de estrenar ropa tres veces al año: mi cumpleaños, Navidad y Año Nuevo. En elecciones salgo a votar y en el intermedio maldigo las malas acciones de los políticos a través del arma nuclear mas poderosa del universo: Twitter.
¿Si ven? igualito y normalito como todos los demás. Como ustedes, como mi mamá, como mis compañeros de la universidad, y como los celadores que cuidan el conjunto residencial en el que vivo. Solo se me olvidaba un pequeño detalle, el cual probablemente notaron desde el inicio: soy gay. ¡Mierda! Y es ahí cuando se despeluca la humanidad, porque a la mayoría de los colombianos no les gustaría tener a un homosexual en la puerta del lado. Porque somos enfermos (seguro la mayoría cree que si nos cortan las venas sangramos arco iris o se abrirá un portal hacia el infierno); porque creen que armamos orgías interminables en las cuales hasta el mismísimo Lucifer se espantaría (NO, NO ES ASÍ. No somos tan afortunados. También llegamos cansados de estudiar a preparar exposiciones, nos toca madrugar y rezar para que el bus no pase tan lleno).
Hay quienes nos aman y no entienden la diferencia entre ser gay o no serlo si al final cabo lo que importa sin los ideales y los puntos en común. Hay personas que al contarles sobre mi orientación han dicho: -''Ya lo sabia y no me importaba, te quiero y te apoyo igual'', también hay quienes salen huyendo como si uno fuera una maleta cargada de explosivos, y encima llegan a la casa o al trabajo a decir: - ¿Oye, sabias que fulanito por fin dijo que es re marica?'' (Esto aplica para tías, vecinas sin oficio, algunos compañeros de universidad y de trabajo)
En un país como el nuestro en donde las leyes van mas allá del entendimiento humano y la solo provocan dos reacciones: risa o rabia, debemos comenzar por aceptar que todos somos iguales, orgánicamente funcionamos igual y dentro de cada uno hay un sistema perfecto creado para amar al prójimo como a nosotros mismos, compartir, desarrollarnos, y crecer como humanidad. Tenemos un mundo al cual enseñar que todos somos valiosos por dentro y que así mismo de la aceptación de las diferencias se puede solidificar la base fundamental para vivir en armonía. Tenemos sentimientos, algunos mas puros que otros y en los cuales se demuestra que existe en nuestro interior la capacidad de alimentar esas mariposas que nos nacen en el estomago, aunque poco a poco a algunos solo se les vayan muriendo. De eso es lo que quiero hablar, y de los puntos de vista que puedo tener sobre ese rompecabezas (en muchos casos literal) denominado ''relaciones'', y de como estas sido y jamas dejaran de ser un universo indescifrable para varios, o por lo menos para mí.
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