AMISTAD Y SÁBANAS
- Inside The Closet
- 25 jun 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul 2019
Si alguien se atrevió a pensar que la adolescencia era la etapa en la que nos empezábamos a descubrir, y a iniciar un proceso de desarrollo, estuvo en lo equivocado durante todo este tiempo; bienvenidos a los veinte, bienvenidos a la era de la nueva pubertad.
Desde que di el paso al siguiente escalón de la vida he notado que este periodo de tiempo se resume en ser nada más que la enfermedad llamada ‘adolescencia’, pero en una etapa avanzada: seguimos explotando nuestro cuerpo, salimos a gastar la quincena o el salario mensual (dependiendo el caso) en drogas, fiestas y alcohol, y las relaciones sexuales son desmedidas y sin control. Olvidamos esos consejos que algunas veces nuestros padres nos dieron: “no se acueste con cualquiera”, “cuídese ante todo”, “procure llegar virgen al matrimonio”, y siempre nos idealizaron que el sexo es, y será algo sagrado hasta el día en el que digamos “si, acepto”, o más interesante aún, que solo nos debemos guardar para una sola persona por el resto de nuestras vidas.
Al pasar el tiempo y ver cómo personas entran y salen de nuestras vidas, algunas con un propósito o lección mayor que otras, me di cuenta que esta es la edad en la que más rápido fácil podemos conseguir que entren personas a nuestras vidas... o a nuestro cuerpo en esta ocasión, ya sea de una forma legal... o tal vez no tanto; el punto es que se consigue. Algunas veces usamos aplicaciones para tener encuentros casuales con determinado personaje que nos llamó la atención, ya sea por su apariencia o por lo que le cuelga, nos sentimos atraídos y después de treinta minutos regresamos a nuestra casa o el susodicho se va de la propia, dejando adoloradas varias zonas corporales, pero con esa sensación de placer intenso (cuando lo saben hacer). Eso está bien, no soy de practicar el sexo de esa manera pero tampoco condeno al que lo hace.
Así como conseguimos esta clase de relaciones con ajenos que solo veremos una vez en nuestras vidas, o si uno es muy de malas tal vez dos, también terminamos consiguiéndolas con gente que no lo es tanto, o para ser más específico con amigos o personas que frecuentan nuestro círculo social, porque si, pasa, y me ha pasado.
Viéndolo de un punto de vista objetivo, ¿que tan saludable es tener relaciones sexuales con un amigo?, ¿Jugamos con fuego al mezclar dos tipos de relaciones distintas?, ¿la amistad, el condón y las sabanas son un buen complemento?
Una vez mientras estaba en Twitter, leí un tweet que decía: “el tener sexo con un amigo significa fortalecer la amistad”, pero no todas las veces ese acto será una muestra de unión amistosa; más bien por el contrario es la junta ideal para terminar con algo en donde no había necesidad de involucrar ciertas acciones.
Cada cierto tiempo, en mi vida, suelo dar con esa clase de amigos que desafortunadamente terminan despertando impulsos que no deberían salir a la luz, por el simple hecho de que eso son, “amigos”, y cómo dijo una vez el tiburón de la película ‘Buscando a Nemo’: “los amigos no son comida” (o como sea que haya dicho). Esto en definitiva no es algo ajeno a mi, porque antes solía decir que todo plato que me gustaba lograba comerlo, pero desde un tiempo para acá ese chip se reseteó y muchas veces termino con el pensamiento de que probablemente esté metiendo la pata de la forma más patética posible a la hora de querer involucrar el lubricante en una amistad. ¿Está mal esto? Depende, porque si se es alguien con ataduras emocionales como las mías, la vida debería venir con un manual de instrucciones para saber cómo lidiar con estos casos, pero no, fuimos enviados a este mundo sin la más mínima idea de quien ser o para donde agarrar, o en este caso de saber si nos conviene pensar que las relaciones son como el alcohol, porque entre mas mezclas extrañas se hagan, peor será la resaca al día siguiente, y en este contexto hasta una vida entere pudiese llegar a durar.
No está mal tener relaciones sexuales con amigos, al fin y al cabo si dos personas se entienden bien en el plano social, puede ser una señal de que en la cama también sea así; las letras pequeñas del contrato aparecen cuando uno de los decide involucrar el corazón y meterle sentimiento a la cosa, porque si se mantiene la regla de que sin importar la cantidad de veces que se repita la relación inicial se mantiene intacta entonces las cosas van por buen camino.
Desafortunadamente hay veces en el que el corazón falla, los sentimientos se confunden, el condón se rompe y la amistad se destruye. No es culpa de nadie sino de uno mismo, por no afrontar la situación con madurez, y saber que el discernimiento aplica bastante en este caso.
Los 20 son para disfrutarlos, los 30 para aprender las lecciones y los 40 para pagar los tragos. No estamos en condición de reprimir sentimiento alguno. Nada mejor que poder decir que uno ha hecho lo que ha querido en su vida y ha sido feliz, y si parte de eso es tener una pequeña aventura con alguien fraterno para con uno, ¿por qué no? Eso si, siempre y por encima de todo hay que tener presente que no se puede llegar a pretender que un orgasmo signifique una señal de amor.
Por ahora tengo que ir a comprar una pastilla de Viagra; un amigo me dijo que si al tin tin con esa condición. ¡Nos vemos en las redes!
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