BUCLE AMOROSO
- Inside The Closet
- 5 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Muchas veces, mientras estamos en nuestros tiempos de ocio, vemos como la televisión y las series de Netflix constantemente nos invaden con las típicas situaciones de amor en bucle y de cómo las relaciones perfectas -Por ende las que nos deberíamos acostumbrar- se basan en terminar y regresar con el susodicho un par de cientos de veces, y si ven que al principio no funciona deciden darse un tiempo para conocer a alguien, con el/la cual terminan dándose cuenta que no son el uno para el otro y vuelven a reciclar al primer personaje con el que vivieron muchas situaciones juntos las para así llegar a la conclusión de que son el complemento, la otra mitad y el ‘ying’ de su ‘yang’.
Afortunadamente en la vida real, las cosas no son así… o tal vez no la mayoría de las veces. O de pronto es mejor no engañarnos a nosotros mismos ni a nadie, porque todos sabemos que en el fondo siempre existe esa persona en cuestión con la cual volveríamos a repetir lo que sucedió, probablemente borrando lo malo o por defecto nos plantearíamos dos veces la pregunta en la cabeza antes de autodecirnos el ‘no’ en dicho caso hipotético de que algo pudiese volver a nacer allí. Eso del ‘todo llega hasta aquí’ no es tan todo cierto en todas las ocasiones.
Después de años y años viendo relación tras relación desmoronarse, y de una tanda de alitas de pollo a las 9:00 PM terminé preguntándome si ¿es posible volver a esa persona con la cual uno fue feliz sin importar lo que pasara? O lo único que queda es seguir picando en el pajar hasta encontrar esa media naranja a la que tanto anhelamos tener ante nuestros ojos algún día. ¿Perdemos la dignidad a la hora de intentar recuperar algo que no tiene o tuvo pies o cabeza?, ¿Deberíamos optar por reciclar una relación?
No es tarea fácil dejar a alguien ir, porque con eso no solo se marcha su presencia sino también recuerdos, planes y momentos. Por más que uno sepa que se puede encontrar a alguien más o incluso a alguien ‘mejor’ que la persona que se está intentando dejar atrás siempre habrán pequeños detalles que no querremos compartir con otro, sino que por el contrario seguirán siendo exclusivos del fantasma que quedó de esa partida.
Después de cerrar un ciclo de 3, o 4 e incluso 5 años de relación no podemos esperar que el príncipe azul llegue inmediatamente y eso es lo más desespero causa, porque es ahí donde viejos amores resucitan de sus tumbas para recordarnos que alguna vez estuvieron allí y caemos en la confusión de si sería posible aceptarlos en nuestro corazón o si por el contrario es mejor hacer un rezo y esperar a que se esfumen solos.
Nuestro círculo social nos enseña que lo peor que uno podrá hacer es el darle el ‘sí’ s alguien que alguna vez estuvo en nuestras vidas pero por x o y situación ya no. Para infortunio de ellos, nosotros somos los únicos protagonistas de nuestra infelicidad y si existe la posibilidad de darle una oportunidad a alguien que probablemente lo merezca (quedando a criterio personal del que se lo plantee), un segundo chance no es delito ni pecado condenado en la Biblia.
Tal vez el reciclar una relación no sea tan malo después de todo, ¿que si lo haría? Tal vez. ¿Con quien? En este momento no hay nadie, pero así como el futuro de nadie se sabe, mucho menos el destino que pueden tener dos personas; donde hubo fuego cenizas quedan y uno nunca sabe qué vueltas pueda traer la vida. Y para todos los que se dedican a decir que uno pierde su dignidad, o que al volver con una ex pareja es como comer el propio vomito, recuerden que el que escupe pa’ arriba en la cara le cae.
Me llegó mucho y me ha hecho reflexionar después del todo perdonar no estaría mal para vivir tranquila con o sin esa persona