EL JUEGO DE LAS EMOCIONES
- Inside The Closet
- 8 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Durante los últimos años, la guía divina e incluso la astrología me han dado múltiples señales de lo que claramente no es para mi. Lo único que se debe hacer en estos casos es asimilar y dejar ir: personas, situaciones, lugares e incluso hábitos. El destino con migajas nos muestra que uno no debe aferrarse a personas que jamás serán de conveniencia en ciertos aspectos y muchos obedecen a estas advertencias. Yo no.
Actualmente, mi vida sentimental se resume en un constante bucle de apego emocional a sujetos que por más que se haga una lucha interna y haya un autoconvencimiento de que hay posibilidad de algo, poco a poco esa idea termina desmoronándose al punto de entrar en el conflicto interno de... ¿que hubiese pasado si? O... ¿tal vez si solo hubiera una oportunidad para...?. Cuanta autodestrucción en tan solo unos cuantos pensamientos, y cuanta realidad en un par de preguntas.
Confundir y mezclar sentimientos es cosa del día a día, o por lo menos del mío, y siendo así, ¿el apego afectivo será mi constante compañero de vida?, ¿es común el desarrollar sentimientos más allá de los permitidos con ciertas personas?, ¿nuestras emociones siempre se encargarán de alejar los demás?
Uno no elige de quien se enamora o se termina fijando y no hay fallas en esa lógica, pero desafortunadamente he pensado en qué hay algo extraño con mi chip emocional. Más de lo normal. Termino ‘tragado’ de uno que otro amigo, o le pongo atención al primero que sea capaz de darme algún halago. ¿Patético cierto?, hasta yo lo reconozco. Créanme, no es lindo ver a alguien de cierta forma sabiendo que el sentimiento jamás será recíproco, y peor aún, terminar haciendo el ridículo y salir con una escena de celos de cual el arrepentimiento vendrá después. Debo aprender que un beso no significa nada, más estando borrachos, o que el tener relaciones sexuales no es un compromiso adquirido con la otra persona. Somos ‘millenials’, lo cual significa que el sexo lo conseguimos a la vuelta de la esquina y un beso no se lo negamos a nadie.
Tal vez la vida algún día me hará entender qué hay que callar bajo muchas circunstancias, qué hay sentimientos que por más que griten desesperadamente por salir a la luz, lucen mejor en nuestro interior, qué hay que saber en qué momento es mejor callar y no revelar tanto de nuestro interior, que a veces es mejor alejarse para evitar seguir punzando en la herida y que no todo el que se atraviesa por el camino llega con un propósito romántico — una vez Ariana Grande dijo en una canción que no hay nada de lindo en sentirse necesitado de afecto y que gracias a eso muchos se alejan de ella. Pasa en la vida real, y en la mía para ser exactos —.
Dicen que los malos hábitos son los más difíciles de dejar, por fin entiendo porque mi adicción a buscar escapes a los vacíos emocionales en la nicotina, la cafeína, la marihuana y las personas, pero así mismo espero un día poderlos dejar ir. Hay en un punto en el que uno se cansa de rogar por cosas que ese otro no está dispuesto a dar, y por más de que se desee algo con muchas ganas, no existe una obligación para conmigo de ser satisfecho en algo que la otra persona no tiene ganas. Espero poder entender que si hay alguien para mí llegará en su momento y dejaré de rogar por cosas que no sucederán, pero por sobre todas las cosas, dejaré de alejar a ciertas personas que quiero, en pocas palabras, el corazón entenderá que no debe estar metiendo las narices en donde nadie lo ha llamado.
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